Nada
hacía sospechar que detrás de las pinturas de Esteban Alvear se
escondía un misterioso e intrigante caso. Llegué a esta conclusión
después de dos años estudiando sus cuadros y los efectos que
producían.
Retornemos
al principio de esta historia. El día que accidentalmente y, digo
accidentalmente entré en el Museo de Arte donde se exponía una
colección sobre el Expresionismo.
Huía
de un tipo muy cabreado. Minutos antes le pillé discutiendo con su
mujer. Pero al ponerse en plan violento, intenté mediar. Lejos de
conseguir mi objetivo, nos dio un empujón a ambos. Caímos al
suelo. Me incorporé. Mire a mi alrededor.. . no encontraba algo a
mano para defenderme del agresor. Entonces vi el enorme bolso de la
agredida. Lo agarré y comencé hacerlo girar de la misma forma en
que David usó contra Goliat su famosa honda. Cuando alcanzó
cierta velocidad, lo lancé contra su cara, donde terminó estampado.
Al contrario del relato bíblico, el gigantón que tenía al frente
sonrió con ironía.
Ese
instante lo utilice para huir de la escena. Me acababa de ganar un
enemigo de casi dos metros que me perseguía de acera en acera. Hasta
que me colé en el Museo para intentar refugiarme.. . Allí permanecí
escondido hasta que vi desaparecer al enfurecido hombre. Entonces
fue cuando observé una de las pinturas de Alvear. Comencé a sentir
un profundo interés por su obra. Su pìntura producía un efecto
indescriptible. En especial una imagen en la que creía reconocer
señales de mi vida. Mas exactamente aparecía la situación que
estaba viviendo en ese mismo momento.
El
titulo del cuadro “Hombre escondido tras la puerta”. Me sorpendió
que el personaje de la imagen llevase las mismas prendas que yo. Y
el escenario era casi una copia de la sala donde estaba expuesto. Me
acerqué. Incluso tuve la tentación de tocarlo, de deslizar mis
dedos sobre el lienzo. En ese momento una guardia de seguridad se
acercó a mi:
__No
se le ocurriera tocar nada.
Se
dio media vuelta y se alejó. Continué observando el cuadro, me
tenía embelesado.
La
sala se quedó en silencio.. . Miento. El sonido incesante y cada
vez mas cercano que producía la guardia de seguridad al mascar un
chicle me indicaba que venía otra vez hacia mi.
Por
un momento pensé que estaba haciendo algo incorrecto. El curioso
persona uniformado, me señaló el reloj.
__
Oiga es mediodía vamos a cerrar. Por favor diríjase a la salida.
Observé
por última vez el cuadro. Algo había cambiado. Me costaba creer lo
que estaba viendo. La imagen se correspondía nuevamente con el
momento actual. Veía al mismo personaje que vestía como yo, pero
esta vez, observando un cuadro. El titulo también había cambiado.
Ahora se llamaba “Hombre observando una pintura”
Lleve
mis manos a la cabeza y llamé a la vigilante;
__
Oiga por favor, mire la pintura. ¿Que ve?
__
Un cuadro.
__
Es obvio, pero que imagen reconoce en la pintura.
__Vamos
a ver__ Le he dicho que se marche. Tengo el tiempo justo para salir
a comprar un sándwich y volver.__ Solo veo un cuadro donde hay
dibujada una como esta. Nada mas.
__¿No
ve al hombre que observa el cuadro? .. . el que lleva un traje como
el mio
__
Vale, ya está bien. Márchese o llamo a mis compañeros.
La
situación me tenía en shock. Por un lado estaba lo que yo creia
reconocer en aquel lienzo y por el otro, lo que parecía no ver la
mujer que ejercía de vigilante en la sala.
Opté
por hacerle caso y marcharme.
Al
día siguiente regresé. Pretendía hacer una foto de la obra. A
sabiendas de que estaba estrictamente prohibido.
En
cuanto abrió la puertas el museo me introduje en él. Iba tan rápido
y a la vez tan nervioso, que sin darme cuenta choqué con la
vigilante.
__Ya
está aquí otra vez__ Sepa que no le voy a perder de vista.
Yo
permanecí callado y continué hasta la sala donde exponía Esteban
Alvear. Alguien mas estaba observando el cuadro. La mujer del
“gorila” que me persiguió. A quien, en principio salvé de que
su marido la golpease.
.. .
Vaya coincidencia, espero esté sola. No quisiera tener que salir
corriendo otra vez... y menos de aquí__ pensé.
Me
fui acercando al cuadro, tratando en todo caso, de pasar
desapercibido a la mujer que lo obervaba. Igual. Podría reconocerme.
De
nuevo el cuadro había cambiado. El personaje que vestía como yo,
estaba acompañado. Tenia su mano en la cintura de una chica.
Coincidencialmente vestía igual que quien estaba a mi lado.
__No
entiendo que es lo que está ocurriendo__susurré
Nadie
podia imaginar que detras de sus diseños surrealista se escondian
mensajes, claves, señales del futuro.
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