domingo, 30 de octubre de 2016
Distant contact.. .
Estoy desarrollando un modelo a escala o prototipo similar al que el protagonista del relato utiliza para contactar con alguien o algo desconocido.
Experimento y novela by JSBaenacock
miércoles, 26 de octubre de 2016
El misterioso e intrigante caso del hombre que buscó justicia mas allá de los cielos / dia 1
jueves, 20 de octubre de 2016
La razón es como esa gota de agua que cae suavemente sobre una piedra, pero con el tiempo termina por dejar su impronta
#ecnems
Jeremías Juin solía decir: "La PEOR forma de defender una idea es mediante la agresión. Los gritos y el insulto, son propios de quien carece de otros medios para apoyar una idea. Debéis de usar la razón. La razón es como esa gota de agua que cae suavemente sobre una piedra, pero con el tiempo termina por dejar su impronta.. . Los actos desesperados siempre llevan al fracaso."
Aquí está mas enraizado hacer la pelota al jefe de partido. Sin protestar, ni rechistar. No le deis más carnaza a los medios que os atacan. Como dirían los mas conservadores: aplauda usted todo lo que diga y haga, por mas equivocado que esté.
Recordar que están muy mal vistos ese tipo de escándalos. Hay que ser mas listo y tener mas estilo.
Lo suyo es ponerse una corbata, o una peineta, hacerse un par de fotos con el Papa o ponerse de rodillas ante un cura, y al día siguiente recortar el estado de bienestar de miles de españoles.
domingo, 16 de octubre de 2016
El Misterioso caso del hombre que buscó justicia más allá de los cielos
Extracto de:// El Misterioso caso del hombre que buscó justicia más allá de los cielos
El Misterioso caso del hombre que buscó justicia más allá de los cielos
miércoles, 12 de octubre de 2016
el descubrimiento
martes, 11 de octubre de 2016
El gen ausente de la autocritica.
Hay algo que compartimos los pueblos hispanohablantes, además del idioma: la ausencia del gen de la autocrítica. Si existiera un campeonato mundial de “echar balones fuera”, tendríamos más copas que Brasil en el fútbol.
Hace poco leí un artículo sobre un partido en el que un jugador español y otro japonés comentaban su actuación. Ambos fueron señalados por la prensa como los grandes culpables del desastre en sus respectivos equipos. ¿La reacción? El español, con la destreza de un político en campaña, negó cualquier responsabilidad y culpó al césped, al árbitro y a la alineación de los astros. Peor aún, lo hizo con ese aire de “¿yo?, ¿fallar?, por favor…”. En cambio, el japonés, en un inesperado giro de los acontecimientos, asumió su error con humildad. Incluso pidió disculpas. Insólito.
Pero esto no es solo cosa del fútbol. Lo vemos en política, en los tribunales, en la oficina… ¿Recuerdan a los implicados en el escándalo de las tarjetas “black”? No es que se hayan disculpado, es que, si les preguntas, parecen convencidos de que se las encontraron en el suelo. Y qué decir del "trío de las Azores". Blair y Bush, al menos, han mostrado alguna señal de remordimiento por aquella invasión basada en evidencias imaginarias. Aznar, en cambio, sigue en modo “yo tenía razón” como si el tiempo no existiera.
¿Por qué nos cuesta tanto decir “me equivoqué”? Quizás sea cultural. En muchos países hispanohablantes, reconocer un error se percibe casi como firmar una confesión ante notario. Aquí no nos caemos, nos “tropezaron”. No llegamos tarde, nos “atrapó el tráfico”. No reprobamos el examen, el profesor “nos tiene manía”. En Japón, por el contrario, la autocrítica es un ejercicio casi obligatorio. Allí, cuando alguien mete la pata, se disculpa con la misma seriedad con la que aquí se justifican las mentiras de campaña.
En definitiva, somos expertos en ver la paja en el ojo ajeno y auténticos ninjas para esquivar nuestras propias responsabilidades. Y si a esto le sumamos poder, fama o un cargo político, la autocrítica pasa a ser una leyenda urbana. Quizás algún día aprendamos que reconocer los errores no nos hace más débiles… aunque, para eso, primero tendríamos que reconocer que tenemos un problema.