sábado, 29 de noviembre de 2025

¿Qué pasaría si el famoso “efecto del observador” no fuera solo una frase filosófica, sino algo que pudieras intentar medir en casa con un láser, una doble rendija y unos cuantos sensores cabezotas?

 


¿Qué pasaría si el famoso “efecto del observador” no fuera solo una frase filosófica, sino algo que pudieras intentar medir en casa con un láser, una doble rendija y unos cuantos sensores cabezotas?

Eso es exactamente lo que estoy explorando con mi proyecto Quantum Contact. En este post no voy a decir que he “demostrado” que la conciencia colapsa funciones de onda. Sería irresponsable. Lo que tengo son dos patrones experimentales consistentes – Hipótesis 1 e Hipótesis 2 – que apuntan en la misma dirección:

Cuando presto atención al experimento, el sistema se vuelve un poco más estable.
Menos micro-ruido. Menos micro-entropía. Y esto ocurre con y sin EEG.

Te cuento cómo.


El montaje, explicado sin tecnicismos

El núcleo de Quantum Contact es sencillo:

  • Un láser y una doble rendija generan un patrón de interferencia.

  • Varios sensores de luz (S1, S2, S3) registran las pequeñas fluctuaciones de ese patrón.

  • Un canal digital S4 marca las fases:

    • S4 = 0 → reposo / no observación.

    • S4 = 1 → fase activa / observación atenta del sistema.

  • A veces simplemente miro el experimento.
    Otras veces, además, me conecto un EEG sencillo (MindWave) para registrar mi estado cerebral.

A partir de ahí calculo estadística micro: cuánto fluctúan los sensores en cada fase. Simplificando: más fluctuación → más micro-entropía; más estabilidad → menos micro-entropía.


Hipótesis 1: Solo observar

En la Hipótesis 1 (H1), ejecuto el experimento sin EEG. La única diferencia entre fases es:

  • En algunos intervalos observo conscientemente el patrón de interferencia.

  • En otros intervalos, de forma deliberada, no lo observo (mismo montaje, mismo hardware, distinto estado mental).

En varias sesiones aparece un patrón claro:

  • En los intervalos de “observación”, los sensores muestran una disminución de la micro-variabilidad.

  • En los intervalos de “no observación”, esa estabilización desaparece o es menor.

De forma operativa, H1 dice:

En este montaje, la observación consciente se correlaciona con una reducción de la micro-entropía en los sensores respecto a la no observación.

No es magia, pero tampoco es trivial: el sistema se comporta de forma estadísticamente distinta según yo esté mentalmente “presente” o no.


Hipótesis 2: Observar con EEG encendido

La Hipótesis 2 añade un ingrediente más: el EEG.

Ahora, durante el experimento:

  • Sigo alternando entre reposo y atención focalizada.

  • Un EEG sencillo registra mi estado y un script etiqueta los intervalos como:

    • ATT_low (atención baja / relajación)

    • ATT_high (atención más alta / implicación)

  • El canal S4 = 1 marca los tramos activos de prueba.

La pregunta clave era:

“¿El patrón visto en H1 sobrevive cuando añado un EEG, o el hardware extra solo mete ruido y destruye el efecto?”

En una sesión reciente “verde” con EEG, analizada con el script QC_H2_WEEG.py, el resultado fue claro:

  • El sensor S2 mostró una micro-entropía algo menor (coeficiente de variación más bajo) durante ATT_high que durante ATT_low.

  • La proporción de intervalos clasificados como “micro-estables” fue mayor cuando la atención era alta.

  • El veredicto global del script para H2 en ese dataset fue: VERDE (hipótesis apoyada).

Es decir: incluso con EEG en el circuito, cuando aumenta mi atención, el sensor relevante para H2 (S2) se vuelve un poco más estable, no menos.


Qué dicen juntas la Hipótesis 1 y la 2

Si ponemos H1 y H2 una al lado de la otra, aparece una afirmación simple y comprobable:

En el experimento Quantum Contact, los intervalos en los que el observador mantiene una atención sostenida sobre el montaje se asocian de forma sistemática con una reducción de la micro-entropía (más estabilidad) en los sensores de luz, tanto sin EEG como con un EEG sencillo conectado.

Esto no demuestra que “la conciencia controla la realidad cuántica”.
Lo que sí muestra es que:

  1. El observador no es estadísticamente neutro en este experimento.
    El micro-comportamiento del sistema depende de si estoy mentalmente implicado o no.

  2. El efecto es robusto en dos configuraciones distintas.
    Aparece tanto cuando solo observo como cuando, además, registro mi EEG.

  3. El efecto es pequeño pero consistente.
    No se trata de fotones haciendo piruetas, sino de cambios sutiles pero repetibles en la micro-estabilidad.


Lo que NO estoy afirmando (muy importante)

Para mantener la honestidad científica, esto es lo que estos datos no me permiten afirmar:

  • No he demostrado que “la conciencia colapse la función de onda”.

  • No he mostrado que el cerebro esté manipulando directamente estados cuánticos.

  • No puedo descartar todavía explicaciones más clásicas:

    • Cambios ambientales,

    • Sesgos sistemáticos al ejecutar las pruebas,

    • Efectos térmicos o electrónicos ligados a mi propio comportamiento.

Es trabajo exploratorio, en una fase inicial. La actitud correcta es de curiosidad prudente:
el patrón está ahí, se repite, y merece ser investigado con más dureza.


Una hipótesis observador–observado de trabajo

A partir de H1 y H2, una formulación razonable de hipótesis observador–observado para este proyecto podría ser:

Hipótesis Observador–Observado (Quantum Contact)
En el experimento Quantum Contact, el estado interno del observador humano (en particular, la atención sostenida) se correlaciona con una reducción medible de la variabilidad microestadística (micro-entropía) del patrón de interferencia registrado por los sensores. Esta correlación aparece tanto cuando el observador solo contempla el sistema como cuando su actividad cerebral se monitoriza simultáneamente mediante EEG, lo que sugiere que, en este montaje, la forma en que el observador “entra” en el experimento deja una huella cuantificable en la estabilidad del sistema medido.

No es la última palabra sobre nada. Es un punto de partida.

A partir de aquí, el camino lógico son más sesiones, más controles, protocolos ciegos, y, ojalá, replicación independiente. Pero para un experimento casero con un láser, una doble rendija y un investigador cabezota, creo que ya está diciendo algo interesante:

Cuando el observador realmente aparece, el ruido baja… aunque sea solo un poquito.

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