🧠💥 El orgasmo femenino a través de la historia: entre el misterio, el mito y la neurociencia
El orgasmo femenino ha sido muchas cosas: tabú, diagnóstico médico, motivo de adoración y hasta causa de exorcismo. Y no, no es una exageración. A lo largo de la historia, el placer femenino ha sido tan malinterpretado como temido. De hecho, su historia es tan fascinante como absurda.
🏺 En la Antigüedad: entre lo sagrado y lo práctico
En algunas culturas antiguas, como la egipcia o la hindú, el orgasmo femenino no solo se conocía, sino que era celebrado. En los templos dedicados a la diosa del amor y la fertilidad, el placer no era pecado, sino parte del equilibrio cósmico. El Kamasutra, escrito hace más de 1.500 años, detalla técnicas sexuales con una precisión que ya quisiera más de un manual moderno. Allí, el placer femenino se entiende como una experiencia esencial y compartida.
🧠 Grecia y Roma: del conocimiento al control
Los griegos comenzaron a filosofar sobre todo, incluso sobre el sexo. Hipócrates creía que las mujeres sufrían de "histeria", una enfermedad causada por un útero vagante que necesitaba… satisfacción. Por eso, el tratamiento era el masaje genital. O sea: orgasmos terapéuticos. Los romanos heredaron este enfoque, aunque con un aire más libertino. El placer femenino era aceptado, pero subordinado al deseo masculino.
⛪ Edad Media: el apagón erótico
Aquí empieza el problema serio. La Edad Media europea trajo consigo un tsunami de represión sexual. El cuerpo femenino fue visto como portador de pecado. Las mujeres que mostraban deseo eran acusadas de brujería, y si tenían convulsiones (sí, incluso por un orgasmo) eran exorcizadas. Las ideas sobre el placer femenino se esfumaron... junto con la posibilidad de hablar del clítoris.
⚗️ Renacimiento: aparece el clítoris… brevemente
Durante el Renacimiento, los anatomistas volvieron a estudiar el cuerpo humano. Vesalio y otros descubrieron (¡otra vez!) el clítoris, pero fue omitido en la mayoría de libros médicos posteriores. Curiosamente, se creía que las mujeres necesitaban llegar al orgasmo para concebir. Aunque eso no es cierto, al menos justificaba (socialmente) el placer femenino… por un tiempo.
🛋️ Siglo XIX: vibradores y diagnósticos
Freud hizo de las suyas: clasificó los orgasmos como "clitorianos" (inmaduros) y "vaginales" (maduros). Gracias, Sigmund. Las mujeres que no alcanzaban este segundo tipo eran consideradas histéricas o frígidas. Y como la histeria seguía siendo un diagnóstico médico, el masaje genital pasó a ser una "terapia". Aquí nace el vibrador, como instrumento clínico, no sexual. Una herramienta médica para evitar que los médicos se cansaran tanto en sus "tratamientos". Literal.
🔥 Siglo XX: revolución y liberación (más o menos)
Con la revolución sexual de los años 60 y el auge del feminismo, el orgasmo femenino empezó a hablar más alto. Se publicó el informe Kinsey, luego el de Masters y Johnson, donde se afirmaba que el clítoris era el centro del placer. ¡Por fin alguien lo dijo con evidencia científica! Se empezó a hablar del derecho al placer, no solo de la procreación. Pero aún así, la cultura pop siguió mostrando la sexualidad femenina como algo que “acompaña” al placer masculino.
🧬 Siglo XXI: neurociencia, educación y vibradores inteligentes
Hoy sabemos que el clítoris no es solo ese pequeño botón visible. Tiene más de 8.000 terminaciones nerviosas (el doble que el pene) y una estructura interna con forma de raíz ramificada. Gracias a estudios con resonancia magnética y doppler, se ha cartografiado la respuesta sexual femenina en el cerebro. Por fin la ciencia está confirmando lo que muchas ya sabían por experiencia: el orgasmo femenino es una sinfonía neurológica, emocional y corporal.
🧠✨ Desde el punto de vista neurocientífico
El orgasmo femenino es una explosión coordinada entre cuerpo y cerebro. Durante el clímax, varias áreas del cerebro se activan a la vez: la amígdala (procesamiento emocional), el cerebelo (coordinación motora), el córtex prefrontal (que se desactiva, lo que explica la pérdida de control) y el núcleo accumbens, que genera placer profundo. Además, se liberan neurotransmisores como:
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Dopamina: placer y recompensa.
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Oxitocina: vínculo emocional y relajación.
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Endorfinas: alivio del dolor y sensación de bienestar.
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Prolactina: contribuye a la sensación de satisfacción post-orgasmo.
Esto no solo explica por qué el orgasmo se siente tan bien, sino por qué también tiene beneficios para la salud: mejora el sueño, fortalece el sistema inmunológico, regula el estrés y hasta puede aliviar migrañas.
Curiosamente, algunos estudios con EEG muestran que el cerebro durante un orgasmo se parece al de alguien que está meditando profundamente o entrando en un estado de trance. Es decir: el orgasmo femenino no es solo un acto físico, es un fenómeno neurológico y emocional de alto nivel.
📚 Fuentes en formato APA actualizadas:
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