domingo, 6 de abril de 2025

 


🧠💥 El orgasmo femenino a través de la historia: entre el misterio, el mito y la neurociencia

El orgasmo femenino ha sido muchas cosas: tabú, diagnóstico médico, motivo de adoración y hasta causa de exorcismo. Y no, no es una exageración. A lo largo de la historia, el placer femenino ha sido tan malinterpretado como temido. De hecho, su historia es tan fascinante como absurda.

🏺 En la Antigüedad: entre lo sagrado y lo práctico

En algunas culturas antiguas, como la egipcia o la hindú, el orgasmo femenino no solo se conocía, sino que era celebrado. En los templos dedicados a la diosa del amor y la fertilidad, el placer no era pecado, sino parte del equilibrio cósmico. El Kamasutra, escrito hace más de 1.500 años, detalla técnicas sexuales con una precisión que ya quisiera más de un manual moderno. Allí, el placer femenino se entiende como una experiencia esencial y compartida.

🧠 Grecia y Roma: del conocimiento al control

Los griegos comenzaron a filosofar sobre todo, incluso sobre el sexo. Hipócrates creía que las mujeres sufrían de "histeria", una enfermedad causada por un útero vagante que necesitaba… satisfacción. Por eso, el tratamiento era el masaje genital. O sea: orgasmos terapéuticos. Los romanos heredaron este enfoque, aunque con un aire más libertino. El placer femenino era aceptado, pero subordinado al deseo masculino.

⛪ Edad Media: el apagón erótico

Aquí empieza el problema serio. La Edad Media europea trajo consigo un tsunami de represión sexual. El cuerpo femenino fue visto como portador de pecado. Las mujeres que mostraban deseo eran acusadas de brujería, y si tenían convulsiones (sí, incluso por un orgasmo) eran exorcizadas. Las ideas sobre el placer femenino se esfumaron... junto con la posibilidad de hablar del clítoris.

⚗️ Renacimiento: aparece el clítoris… brevemente

Durante el Renacimiento, los anatomistas volvieron a estudiar el cuerpo humano. Vesalio y otros descubrieron (¡otra vez!) el clítoris, pero fue omitido en la mayoría de libros médicos posteriores. Curiosamente, se creía que las mujeres necesitaban llegar al orgasmo para concebir. Aunque eso no es cierto, al menos justificaba (socialmente) el placer femenino… por un tiempo.

🛋️ Siglo XIX: vibradores y diagnósticos

Freud hizo de las suyas: clasificó los orgasmos como "clitorianos" (inmaduros) y "vaginales" (maduros). Gracias, Sigmund. Las mujeres que no alcanzaban este segundo tipo eran consideradas histéricas o frígidas. Y como la histeria seguía siendo un diagnóstico médico, el masaje genital pasó a ser una "terapia". Aquí nace el vibrador, como instrumento clínico, no sexual. Una herramienta médica para evitar que los médicos se cansaran tanto en sus "tratamientos". Literal.

🔥 Siglo XX: revolución y liberación (más o menos)

Con la revolución sexual de los años 60 y el auge del feminismo, el orgasmo femenino empezó a hablar más alto. Se publicó el informe Kinsey, luego el de Masters y Johnson, donde se afirmaba que el clítoris era el centro del placer. ¡Por fin alguien lo dijo con evidencia científica! Se empezó a hablar del derecho al placer, no solo de la procreación. Pero aún así, la cultura pop siguió mostrando la sexualidad femenina como algo que “acompaña” al placer masculino.

🧬 Siglo XXI: neurociencia, educación y vibradores inteligentes

Hoy sabemos que el clítoris no es solo ese pequeño botón visible. Tiene más de 8.000 terminaciones nerviosas (el doble que el pene) y una estructura interna con forma de raíz ramificada. Gracias a estudios con resonancia magnética y doppler, se ha cartografiado la respuesta sexual femenina en el cerebro. Por fin la ciencia está confirmando lo que muchas ya sabían por experiencia: el orgasmo femenino es una sinfonía neurológica, emocional y corporal.


🧠✨ Desde el punto de vista neurocientífico

El orgasmo femenino es una explosión coordinada entre cuerpo y cerebro. Durante el clímax, varias áreas del cerebro se activan a la vez: la amígdala (procesamiento emocional), el cerebelo (coordinación motora), el córtex prefrontal (que se desactiva, lo que explica la pérdida de control) y el núcleo accumbens, que genera placer profundo. Además, se liberan neurotransmisores como:

  • Dopamina: placer y recompensa.

  • Oxitocina: vínculo emocional y relajación.

  • Endorfinas: alivio del dolor y sensación de bienestar.

  • Prolactina: contribuye a la sensación de satisfacción post-orgasmo.

Esto no solo explica por qué el orgasmo se siente tan bien, sino por qué también tiene beneficios para la salud: mejora el sueño, fortalece el sistema inmunológico, regula el estrés y hasta puede aliviar migrañas.

Curiosamente, algunos estudios con EEG muestran que el cerebro durante un orgasmo se parece al de alguien que está meditando profundamente o entrando en un estado de trance. Es decir: el orgasmo femenino no es solo un acto físico, es un fenómeno neurológico y emocional de alto nivel.


📚 Fuentes en formato APA actualizadas:

  • Angel, K. (2012). Unmastered: A book on desire, most difficult to tell. Farrar, Straus and Giroux.

  • Herbenick, D., Reece, M., Schick, V., Sanders, S. A., Dodge, B., & Fortenberry, J. D. (2010). National Survey of Sexual Health and Behavior. Journal of Sexual Medicine, 7(s5), 255–265. https://doi.org/10.1111/j.1743-6109.2010.02020.x

  • Laqueur, T. (1990). Making Sex: Body and Gender from the Greeks to Freud. Harvard University Press.

  • Maines, R. P. (1999). The Technology of Orgasm: "Hysteria," the Vibrator, and Women's Sexual Satisfaction. Johns Hopkins University Press.

  • O’Connell, H. E., Sanjeevan, K. V., & Hutson, J. M. (2005). The anatomy of the clitoris. BJOG: An International Journal of Obstetrics & Gynaecology, 112(4), 643–646. https://doi.org/10.1111/j.1471-0528.2004.00556.x

  • Wise, N. J., Frangos, E., & Komisaruk, B. R. (2016). Activation of the human brain by clitoral stimulation in healthy females. Journal of Sexual Medicine, 13(11), 1686–1695. https://doi.org/10.1016/j.jsxm.2016.09.019

  • The Principles of Pleasure. (2022). [Documental]. Netflix.

sábado, 5 de abril de 2025

🛌💤 ¿Sabías que no todas las posiciones para dormir son igual de sanas?

 



🛌💤 ¿Sabías que no todas las posiciones para dormir son igual de sanas?

Sí, dormir mal no solo es cuestión de horas, ¡también de cómo lo haces! Aquí te cuento el ranking de posiciones para dormir de mejor a peor… y por qué podrías estar despertando como si te hubiera atropellado un camión 🫠👇


🥇 1. De lado (mejor si es el izquierdo):
Ideal para la digestión, el corazón y la circulación. ¡Hasta ayuda contra el reflujo!
👉 Consejo: pon una almohada entre las piernas y parecerás un croissant feliz.

🥈 2. Boca arriba (mirando al techo como pensador existencial):
Perfecta para tu espalda y tu cuello… si no roncas como un tractor.
👉 Almohada debajo de las rodillas y listo, modo zen activado.

🥉 3. De lado derecho:
No está mal, pero no es tan buena para el estómago.
👉 Si tienes reflujo, mejor gira como un pollo al lado izquierdo.

🛑 4. Boca abajo (modo "estrella de mar estrellada"):
Mala para el cuello, la espalda y hasta la respiración.
👉 Solo recomendable si eres contorsionista o tienes un colchón mágico.


😴 Dormir bien es salud. Así que ya sabes: cambia de posición, mejora tu descanso y evita parecer un acordeón humano por la mañana.

📌 Guarda este post si duermes como un pretzel y quieres mejorar tu sueño.

#DormirBien #SueñoReparador #SaludPostural #ConsejosDeSueño #VidaSana #DormirMejor #WilsonConsejos

jueves, 3 de abril de 2025

. "Sinapsis colectivas: cuando el entorno moldea el ser" .



La neurociencia ha demostrado que el entorno social y emocional tiene un impacto enorme en el cuerpo humano. No solo en la mente, sino también en funciones biológicas como el metabolismo, las hormonas y hasta el ciclo menstrual. Aquí algunos puntos clave:

1. Plasticidad cerebral y entorno:

Nuestro cerebro es plástico, es decir, cambia según lo que vivimos. Estar rodeado de personas con ciertas ideas, emociones o comportamientos puede alterar nuestra forma de pensar, nuestras creencias y nuestras reacciones emocionales. Literalmente, reconfigura las conexiones neuronales.

2. Eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA):

Este sistema regula el estrés, pero también influye en hormonas sexuales, metabolismo y respuestas inmunológicas. Si estás en un entorno hostil, tóxico o emocionalmente intenso, se activa este eje, afectando desde tu digestión hasta tu menstruación.

3. Ciclos sincronizados:

Estudios han mostrado que mujeres que conviven juntas durante mucho tiempo pueden llegar a sincronizar sus ciclos menstruales. Esto, aunque todavía se debate en la ciencia, sugiere una fuerte conexión entre cuerpo y entorno.

4. La fe y las creencias también tienen base neurobiológica:

El cerebro necesita sentido, y cuando se siente protegido o comprendido en un grupo, activa zonas como el sistema límbico (emociones), lo que puede reforzar creencias incluso irracionales, como formas extremas de fe.

5. Entorno y metabolismo:

El estrés crónico —causado por el entorno— puede alterar el metabolismo, provocar aumento de peso, resistencia a la insulina, cambios en el apetito, y afectar incluso la microbiota intestinal, que también se relaciona con el estado anímico y cognitivo.

Conclusión: No solo ofrecemos "la mente", sino que el cuerpo entero responde al contexto. Somos neurobiológicamente moldeables. La forma de pensar, la manera en que comemos, dormimos, sentimos y hasta cómo ovulamos, está profundamente influida por el ambiente en el que nos sumergimos.



miércoles, 2 de abril de 2025

La importancia de desidentificarte (y lo que dice la neurociencia al respecto)



 #neurociencia #ciencia #salud La importancia de desidentificarte (y lo que dice la neurociencia al respecto)

Desde que nacemos, comenzamos a construir una identidad: soy el hijo de…, el que siempre saca buenas notas, el tímido, el gracioso, el fuerte, el sensible. Luego vienen etiquetas más complejas: la carrera que estudiamos, el país donde nacimos, la ideología que seguimos, la profesión que ejercemos. Todo eso puede ser útil, pero también puede convertirse en una jaula.
Desidentificarse no significa perderte, sino todo lo contrario: es darte cuenta de que no eres solo lo que te han dicho que eres. Es entender que puedes cambiar, evolucionar, reinventarte. Y esto no es solo una frase de autoayuda: la neurociencia lo respalda.
El cerebro humano tiene una capacidad asombrosa llamada neuroplasticidad: la habilidad de cambiar sus conexiones, reorganizar sus circuitos y formar nuevos caminos neuronales en respuesta a experiencias, aprendizajes y decisiones conscientes. Esto quiere decir que no estás condenado a seguir siendo quien has sido siempre. Puedes cambiar tu manera de pensar, de actuar, de sentir.
Por ejemplo, si durante años te identificaste con la ansiedad, el miedo o la inseguridad, eso ha creado redes neuronales fuertes. Pero si empiezas a observar esos pensamientos sin juzgarlos, a cuestionarlos y a responder de forma distinta, tu cerebro empezará a debilitar esas conexiones y fortalecer otras nuevas.
Desidentificarse es como salir de un personaje que ya no te representa. Es mirar desde fuera y decir: “esto es algo que me pasa, pero no soy yo”. Y desde ahí, desde esa observación, comienza la transformación.
Porque al final, como dice la neurociencia, somos seres en constante construcción. Y cada vez que eliges dejar atrás una identidad que ya no te sirve, tu cerebro te acompaña en ese salto. Solo necesita que le des el permiso.

¿Qué pasa en tu cerebro cuando haces ayuno intermitente?



 ¿Qué pasa en tu cerebro cuando haces ayuno intermitente?

Spoiler: ¡no se duerme, se despierta!
Aquí te lo cuento desde la neurociencia:
1. Autofagia en marcha
Tu cerebro activa su sistema de limpieza. Adiós a los residuos y hola a neuronas más sanas.
2. Más BDNF, más enfoque
Se produce una proteína clave para aprender y adaptarse: el BDNF. Básicamente, abonas tu jardín neuronal.
3. Mejor memoria y concentración
En vez de quedarte sin energía, tu cuerpo se pone en modo cazador: alerta, enfocado y con claridad mental.
4. Menos inflamación cerebral
El ayuno reduce el estrés oxidativo y la inflamación. Sí, tu cabeza también necesita detox.
5. Energía limpia: cetonas
Sin glucosa a mano, tu cuerpo quema grasa y alimenta tu cerebro con cetonas. Rendimiento premium.
¿Cuál recomiendo si estás empezando?
El clásico y efectivo ayuno 16:8.
Ayunas 16 horas (incluyendo las del sueño) y comes en una ventana de 8 horas, por ejemplo de 12h a 20h. Es flexible, sostenible y tiene respaldo científico.
¿Y la fuerza de voluntad? ¿Se compra por Amazon?
Ojalá. Pero no:
Empieza poco a poco, retrasa desayunos progresivamente.
Fuera tentaciones visuales.
Recuerda tu "para qué": salud, energía, claridad.
Respira antes de rendirte: una pausa puede cambiar todo.
Crea un ritual: agua con limón, té, lo que te conecte con tu decisión.
¡Y lo mejor! La corteza prefrontal (sí, esa parte del cerebro que decide) se fortalece con la práctica. Cada “no” a una tentación es como una flexión cerebral.
PD: Si tienes problemas médicos, ansiedad o condiciones especiales, consulta antes con un profesional. El ayuno no es para todo el mundo.
Tu cerebro no se apaga cuando no comes. Se reinicia. Se limpia. Se afila.
¿Listo para despertarlo?

martes, 1 de abril de 2025

El guiño de Franco a Hitler… que nos dejó cenando a las 10



¿Sabías que vivimos con un huso horario que no nos corresponde? No es que en España seamos más bohemios por naturaleza (bueno, un poco sí), es que en 1940, Franco le hizo un guiño a Hitler… y no fue con una ceja, fue cambiando la hora de todo el país.

Sí, tal cual. Durante la Segunda Guerra Mundial, el régimen de Franco decidió alinear el reloj español con el horario nazi alemán (UTC+1), en lugar del que nos tocaba por posición geográfica (UTC+0, como Portugal o Reino Unido). Todo muy simbólico, como diciendo: “Adolf, aquí estamos contigo, hasta en el reloj”.

¿Lo mejor? Nunca volvimos al horario lógico. Se acabó la guerra, cayó el Tercer Reich… y España siguió desayunando con el sol en la otra punta.

Resultado:

Comemos a las 3.

Cenamos a las 10.

Y si alguien propone madrugar, lo miramos como si fuera del Ku Klux Klan.

En verano, encima añadimos otra hora más con el horario de verano (UTC+2), y ahí ya directamente vivimos en el futuro, pero con cara de sueño y ojeras.

Se ha debatido muchas veces si deberíamos volver a nuestro horario natural. Pero claro, entre que lo piensan, lo votan, lo posponen y lo vuelven a pensar… ya es la hora de la siesta.

Así que la próxima vez que estés cenando a las 10 de la noche, acuérdate:

Todo empezó con un “guiñito” entre dictadores.

Nadie quiere guerra, pero la paz no llega con pancartas by JSBaencock & OAI




Nadie quiere guerra, pero la paz no llega con pancartas by JSBaencock & OAI

El cerebro humano es una máquina compleja, diseñada más para la supervivencia que para la verdad.
Cuando aparece una amenaza —como la posibilidad de una guerra—, no busca comprender, sino protegerse.
El miedo activa mecanismos antiguos: la polarización, la radicalización, la simplificación.

Todo se vuelve blanco o negro.
De un lado, los que dicen que hay que armarse hasta los dientes.
Del otro, los que levantan una pancarta con la frase “No a la guerra”.

Y aunque ambos extremos pueden partir de una intención noble, caen muchas veces en el mismo error: ver el mundo como si fuera una caricatura.

Pero la vida —como el cerebro que la analiza— está llena de matices.
No todo es A o B. Hay grises.
Hay causas profundas, conflictos históricos, heridas abiertas y juegos de poder invisibles.

Creer que una consigna resuelve un problema geopolítico es como pensar que una tirita cura una fractura.

Cada vez que alguien comparte una imagen rotunda, probablemente solo consigue el “like” fácil de su tribu.
Y eso alimenta lo que se supone que queremos evitar: más polarización, más ruido, menos pensamiento.

Lo que realmente hace falta es subir la mirada.
Ver el tablero desde una órbita más alta.
Entender que detrás de cada conflicto hay factores psicológicos, históricos, económicos y biológicos que merecen ser analizados con pausa.

Quizás el verdadero acto de paz no sea solo decir “no a la guerra”, sino aprender a pensar más allá del miedo.
Desarrollar pensamiento crítico.
Escuchar al otro sin sentir que traicionamos nuestras ideas.
Abandonar la necesidad urgente de tener razón, y empezar a buscar comprensión.

Porque si algo nos enseñan la filosofía y la neurociencia es que solo cuando regulamos nuestras emociones,
salimos de la trinchera mental
y miramos con ojos más humanos,
podemos empezar a construir algo que se parezca a la paz.



Efectos del cambio de hora by JSBaencock & OAI




"El cambio de hora, más que un simple ajuste en el reloj, puede tener un impacto significativo en nuestro cuerpo. Altera el ritmo circadiano, desajustando la producción de melatonina, lo que puede provocar insomnio, somnolencia diurna y cambios en el apetito. Además, influye en la secreción de cortisol, afectando el estrés y la energía. Estudios han mostrado un aumento del 5% en infartos y un incremento en accidentes cerebrovasculares tras el cambio.

Los niños y los mayores suelen ser más sensibles, mostrando alteraciones en el sueño y el estado de ánimo. Así que, si te sientes 'despistado' durante estos días, es normal. Dale tiempo a tu cuerpo para adaptarse. ¡Y quizás un café extra!

O dos… o tres… aunque si ya vas por el cuarto y estás hablando con el microondas pensando que es Alexa, igual te has pasado un poco. Tranquilo, es el jet lag sin avión, cortesía del cambio de hora."



El Blog de JuanJuin

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