La Parábola de los Cinco Oligarcas by JSBaenacock
En un mundo al borde del colapso, cinco oligarcas, con acceso a información privilegiada, sabían que un asteroide impactaría la Tierra. Admirados por muchos y temidos por otros, tramaron en secreto su salvación. Eligieron a un líder narcisista como distracción, un político histriónico, incapaz de empatía, pero perfecto para desviar la atención pública. Mientras el pueblo discutía por discursos, banderas y promesas huecas, ellos trabajaban en las sombras.
Crearon robots para construir sus naves, pero no bastaba. Así que diseñaron dispositivos parasitarios que, implantados en las mentes de personas comunes, las convertían en obedientes siervos. Ya no era necesario convencer, solo reprogramar. La producción avanzaba a pasos acelerados mientras la población, anestesiada por el entretenimiento y las promesas vacías, trabajaba sin saberlo en su propia condena.
El común de la gente, desde los diferentes rincones del mundo, los defendía a capa y espada. Criticarles era incluso peligroso: bastaba una palabra fuera de lugar para ser señalado, excluido o ridiculizado. Y eso tenía una explicación profunda. La gente defiende con fiereza aquello en lo que secretamente quiere convertirse, aunque en el fondo sepa que nunca será admitida en ese círculo. Es la paradoja de la admiración: se idolatra lo que nos desprecia, y se protege el sueño aunque nos excluya del despertar.
Llegado el día, los cinco abordaron su nave junto a sus familias y elegidos. Dejaron atrás una Tierra condenada, listos para comenzar de nuevo en un planeta terraformado a su imagen y conveniencia.
Una vez se vieron dentro de la nave, encerrados en su cápsula de salvación, fueron conscientes del nivel de engaño que habían tejido. Durante años manipularon, mintieron y utilizaron a millones. Pero ahora, lejos de la Tierra, ya no había a quién engañar. No quedaban súbditos, ni espectadores, ni rivales políticos. Solo quedaban ellos y la memoria de sus trampas.
Y entonces la desconfianza germinó, como una semilla plantada desde el inicio. Porque quien ha vivido de la mentira no puede confiar ni siquiera en el espejo. Sospecharon unos de otros. Se observaron como piezas enemigas, cada uno calculando la traición del otro antes de que ocurriera. La atmósfera, tan controlada, se volvió irrespirable por dentro. Y el miedo, esa vieja herramienta que usaron contra el mundo, les volvió por dentro como un gas invisible y corrosivo.
Uno creyó que los otros planeaban eliminarlo. Otro descubrió fallos en su módulo de sueño y culpó a los demás. Se dividieron los accesos, se sellaron las puertas. En menos de una semana, lo que era un santuario tecnológico se convirtió en un nido de paranoia. Las decisiones se volvieron erráticas. Una orden mal introducida cambió la trayectoria de la nave.
El nuevo rumbo: el asteroide que se dirigía a la Tierra.
En un acto final de caos, la nave colisionó contra la roca espacial, destruyéndola en una explosión descomunal. Desde la Tierra, millones observaron el espectáculo sin saber lo que realmente había ocurrido. El cataclismo había sido evitado.
Cuando todo salió a la luz —los planes, los dispositivos, la manipulación— el desconcierto se instaló como un humo denso sobre la Tierra. Algunos lloraron de rabia al saberse utilizados, otros miraron al cielo esperando respuestas. Pero lo más sorprendente fue que muchos aún los defendían. “Seguro tenían sus razones”, decían. “Lo hicieron por el bien de la humanidad”, repetían.Epílogo
Al final, los oligarcas se enfrentaron a la ironía de su destino: intentar salvarse en secreto los llevó a salvar a quienes despreciaban. Tal vez la verdadera salvación nunca estuvo en escapar, sino en enfrentar juntos la adversidad. Y quizá, solo quizá, el verdadero juicio de la historia no esté en lo que se construye para sobrevivir, sino en lo que se abandona para lograrlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario