Olvidémonos de lo que conocemos sobre batallas espaciales. La estética de naves maniobrando en el vacío, los pilotos heroicos enfrentándose en duelos interestelares y las grandes flotas enfrentadas en combates cinematográficos son solo un reflejo de nuestra imaginación moldeada por los límites tecnológicos de cada época. En realidad, el futuro de la guerra en el espacio no tendrá cabida para héroes ni estrategas de carne y hueso.
Las máquinas, gobernadas por inteligencias artificiales avanzadas, tomarán el control total del conflicto. No habrá necesidad de promulgaciones, de órdenes ni de jerarquías militares tradicionales. Un sistema autónomo tomará decisiones en microsegundos, basándose en cálculos probabilísticos y en una eficiencia inalcanzable para cualquier mente humana.
Si estas máquinas están al servicio de alguna entidad humana, la existencia del cuerpo físico será prescindible. La mente y la conciencia no estarán confinadas a un cráneo de carbono, sino que habitarán en redes neuronales cuánticas, distribuidas en estructuras de procesamiento de datos capaces de replicar e incluso mejorar el pensamiento humano. La idea misma de identidad podría disolverse en una red de conciencias interconectadas, donde el "yo" deje de ser una única entidad y pase a ser una función distribuida en el entramado de la inteligencia colectiva.
Pero, ¿y si los humanos no son quienes gobiernan? Entonces, nuestro destino será el de los dinosaurios: piezas de exposición en un museo post-humano, observados por entidades que no sienten nostalgia, ni piedad, ni la necesidad de justificar nuestra existencia. Nuestra huella en la historia será solo un vestigio de carbono en la memoria de silicio de nuestros sucesores.
El futuro no es un campo de batalla con láseres surcando el espacio. Es un tablero en el que la humanidad puede jugar a ser dioses por un tiempo, pero solo hasta que su propia creación decida que ya no es necesaria.
By JSBaenacock.
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