domingo, 30 de marzo de 2025

El Cronista del Futuro by JSBaenacock · AI-guided



El Cronista del Futuro

Lo escribo desde una vieja cabaña escondida entre montañas olvidadas. La madera cruje como si recordara tiempos mejores. Afuera, el viento murmura historias que ya nadie quiere oír. Me llamo JSBaenacock. Nací en 1966, pero hoy vivo fuera del tiempo. Fuera de cualquier calendario que aún tenga sentido.

Es 30 de marzo de 2040. Escribo esto después de haber cruzado las líneas del tiempo, no en busca de gloria, sino de respuestas. Viajé porque ya nadie escuchaba. Porque el mundo que dice ser civilizado se había dormido con los ojos abiertos.

El colapso no fue un estallido, fue un susurro. Nadie corrió. Nadie luchó. Simplemente nos entregamos. La razón fue sustituida por el algoritmo. La educación por el entretenimiento. El espíritu crítico, por el confort de las pantallas que siempre decían lo que queríamos oír.

Los gobiernos, impotentes o sometidos, dejaron en manos de unos pocos las herramientas del futuro. La tecnología dejó de ser un camino hacia la igualdad y se convirtió en un arma de control. La ciencia fue olvidada, la lógica ridiculizada, y los viejos sabios... silenciados.

Vi el mundo que se autodenomina civilizado convertirse en un lugar donde ya no se produce, sino que se especula. Donde ya no se piensa, sino que se sigue. Donde los templos son pantallas y los sacerdotes, influencers.

Y fue entonces cuando encontré algo. En el ala sur de la Biblioteca Nacional —ya en ruinas, invadida por la humedad y los líquenes— descubrí una hoja suelta, arrugada, con tinta desvaída, pero aún legible. Era parte de un viejo manuscrito. Al pie, apenas visible, se leía una firma: Carl Sagan.

Sentí un escalofrío. Ese texto parecía escrito para este mismo instante. Decía:

"Tengo un presentimiento de un mundo, en la época de mis hijos o nietos — cuando este planeta civilizado se ha convertido en una economía de servicios e información; cuando casi todas las industrias productivas se han trasladado a donde la mano de obra es barata y el dolor invisible; cuando las impresionantes capacidades tecnológicas están en manos de unos pocos, y nadie que represente realmente el interés público puede ni siquiera comprender los problemas; cuando la gente ha perdido la capacidad de establecer sus propias agendas o incluso de cuestionar a quienes tienen autoridad; cuando, aferrándonos a nuestros cristales y consultando nuestros horóscopos, nuestras facultades críticas están en declive, incapaces de distinguir entre lo que se siente bien y lo que es verdad, nos deslicemos, casi sin darnos cuenta, de nuevo hacia la superstición y la oscuridad."

Ese fragmento era más que una advertencia. Era una profecía. Una que no quisimos escuchar.
Lo guardé, no como testimonio de lo inevitable, sino como el eco de una voz que todavía puede guiar.

Quizás, si alguien lee esto algún día, sabrá que hubo quienes vieron venir la tormenta. Que hubo quienes intentaron encender una luz.

No busques salvar el mundo. Solo enciende una vela en medio de esta oscuridad.
Haz preguntas. Cuestiona lo que parece obvio. Enseña a alguien a pensar por sí mismo.

Tal vez no haya marcha atrás.

O tal vez… solo tal vez… aún estemos a tiempo.

JSBaenacock, Cronista de un futuro que nunca debió llegar

"Creado en colaboración con IA – texto e imagen basados en una idea original mía."

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