jueves, 20 de marzo de 2025

Por iluso, te engañan: el cuento de nunca acabar

 


Por iluso, te engañan: el cuento de nunca acabar

En política hay dos perfiles bastante definidos.

Por un lado, están los que dicen que van a reducir el número de funcionarios con la excusa de hacer el sistema más eficiente, pero en la práctica, esto suele traducirse en recortes de servicios esenciales mientras se mantienen o incluso aumentan otros gastos menos prioritarios.

Luego está el otro perfil: los que creen que el problema se soluciona repartiendo el mismo pastel entre más gente. Suena bonito en teoría, pero a la larga el sistema termina convertido en una ballena gigante que se mueve con la agilidad de un tanque en arenas movedizas. Y claro, cuando hay más gente repartiéndose el mismo dinero, lo que se genera no es equidad, sino un modelo difícil de sostener en el tiempo.

El primer modelo promete eficiencia, pero a menudo lo que se recorta son recursos esenciales. El segundo busca inclusión, pero corre el riesgo de volverse insostenible.

Un caso muy actual es la reducción de personal encargado de combatir plagas en Estados Unidos. Recientemente, Elon Musk despidió a 6.000 empleados, lo que ha debilitado áreas críticas del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), exponiendo la agricultura a la entrada masiva de especies invasoras y poniendo en riesgo la seguridad alimentaria del país (Xataka).

Otro ejemplo lo tenemos en Andalucía, donde un partido subió al poder con la promesa de eliminar los "chiringuitos", pero ha terminado firmando contratos sin publicidad con clínicas privadas por 222 millones de euros para reducir listas de espera, duplicando el gasto inicial previsto (eldiario.es). Al final, el problema no es el tamaño del gobierno, sino el uso que se le da al dinero público.

Moraleja: No os dejéis engañar por hechiceros que venden pócimas mágicas para arreglarlo todo con una varita. Cada vez que os dicen que van a acabar con los problemas de raíz, mirad bien qué están regando en su propio jardín. La clave no es cuántos empleados hay, sino qué hacen y para qué sirve el dinero que pagamos todos. Pero eso es menos atractivo que un eslogan electoral.

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