Cuando ves a esa persona que te gusta, tu cuerpo se convierte en un circo biológico sin que te des cuenta. No importa cuán cool quieras parecer, la biología te traiciona. Olvídate del autocontrol, porque en cuanto activas el "modo ligue", tu organismo decide tomar las riendas y hacer lo que le da la gana.
1. Ojos y Pupilas: El Zoom Automático
Tus pupilas se dilatan como si estuvieras explorando una nueva galaxia. "¡Luz verde para la conquista!" piensa tu cerebro, pero lo que realmente sucede es que pareces un personaje de anime con los ojos enormes. Además, tu parpadeo se acelera… pero cuidado, porque demasiados pestañeos pueden hacer que parezcas un Morse humano enviando señales de socorro.
2. Piel: El Detector de Crushes
Aquí es donde empieza la traición a nivel dermatológico. Tus mofletes entran en modo tomate como si tuvieras calefacción interna, tu cara decide encenderse como un semáforo en rojo y no hay maquillaje que lo salve.
Y luego está el clásico: sudor traicionero. Tus manos, normalmente secas y confiables, deciden convertirse en un charquito de nervios justo cuando das la mano. "¿Vas saliendo del gimnasio o qué?" podrían pensar.
Pero espera, hay más. Mientras tu cara está a 200 grados, tus pies se convierten en dos cubitos de hielo. Tienes el termostato roto y ni lo sabías.
3. Respiración: El Motor Averiado
En este punto, te transformas en Darth Vader, respirando de forma sospechosa, o peor, aguantas la respiración como si estuvieras entrenando para una competencia de apnea.
Y si logras hablar, prepárate para la ruleta del tono de voz. "Hola" en modo barítono de locutor de radio, "¿cómo estás?" en versión ardilla de Alvin. Todo al azar.
4. Postura y Gestos: El Baile del Nerviosismo
Si alguien grabara en cámara rápida tus movimientos, se vería algo así: jugar con el cabello, ajustar la ropa, tocarse la cara, levantar una ceja, reacomodar la postura… pareces un robot con fallos en la programación.
Además, sin darte cuenta, empiezas a imitar a la otra persona. Si se rasca la nariz, ahí vas tú. Si cruza los brazos, tú igual. Si toma agua, de repente sientes que llevas tres días sin beber y te pegas un trago. Es como un reflejo automático que te convierte en un espejo humano.
5. Mariposas en el Estómago: La Revolución Interna
Ese famoso "cosquilleo en la panza" es en realidad tu sistema nervioso en modo guerra civil. No son mariposas, es un zoológico entero de adrenalina corriendo de un lado a otro.
Tu cerebro, completamente drogado en oxitocina y dopamina, solo tiene una misión: hacerte sentir enamorado/a y convertirte en un manojo de reacciones ridículas.
Conclusión: Tu Cuerpo Saboteador
En resumen, en vez de verte como el ser sofisticado que imaginaste, terminas pareciendo un personaje de comedia romántica con movimientos torpes, voz inestable y una cara enrojecida como semáforo en hora pico.
Pero bueno, así es la biología del amor: un caos hermoso, involuntario y terriblemente divertido. Así que, relájate, ríete de ti mismo y sigue adelante. ¡La ciencia está de tu lado!
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