viernes, 14 de febrero de 2025

San Valentín: Celebrando el Amor, la Diversidad y el Pequeño Comercio / by JSBaenacock

 


by JSBaenacock

Ah, San Valentín. Esa fecha en la que las calles se llenan de globos rojos, las floristerías hacen su agosto en febrero y los restaurantes te ofrecen un menú especial que, curiosamente, cuesta el doble que cualquier otro día del año.

Mientras unos se entregan a la magia del romance, otros ponen el grito en el cielo: “¡Es un invento comercial!”, “¡El amor no se compra con flores y bombones!”, “¡Yo celebro el amor todos los días!”. Pero vamos a ver la otra cara de la moneda. Porque, aunque a algunos no les guste, este tipo de celebraciones tienen su razón de ser, y no solo porque a Cupido le gusta jugar con nuestras emociones.

El origen de San Valentín: Entre mártires y ramos de rosas

Como toda buena historia, el Día de San Valentín tiene un pasado que no es precisamente color de rosa. Retrocedamos al siglo III, cuando el emperador Claudio II decidió que los hombres solteros eran mejores soldados que los casados, porque no tenían esposas ni hijos que los distrajeran. Así que, con la sensibilidad de un rinoceronte en una cristalería, prohibió el matrimonio.

Pero siempre hay alguien que se rebela. En este caso, fue San Valentín, un sacerdote que, en un acto de desafío romántico, decidió casar a las parejas en secreto. Hasta que lo atraparon. Y como en esa época no había multas ni advertencias, sino soluciones más drásticas, lo ejecutaron el 14 de febrero del año 270.

Siglos después, la Iglesia, con su costumbre de convertir antiguas festividades paganas en celebraciones cristianas, aprovechó la historia del mártir para reemplazar las Lupercales, un festival romano en el que los hombres corrían semidesnudos azotando a las mujeres con pieles de animales para asegurar la fertilidad (sí, el romanticismo de antes era bastante peculiar).

Y así, lo que comenzó con un sacrificio terminó convirtiéndose en un día para celebrar el amor… y sí, también en un motor económico.

San Valentín: Más que corazones y bombones

Es fácil criticar este día con los típicos argumentos de que el amor no se mide en regalos o que no hace falta una fecha especial para demostrar cariño. Y claro, en teoría suena lógico. Pero ¿por qué esa necesidad de descalificar lo que a otros les hace felices?

El mundo es diverso, y así como hay quienes ven San Valentín como un día mágico, también hay quienes lo consideran una oportunidad para hacer algo especial con su pareja, y otros que simplemente lo ignoran. Lo importante aquí es el respeto a las diferentes formas de vivir la vida.

Pero hay un aspecto que pocos mencionan: el impacto positivo que tiene esta fecha en el pequeño comercio. Porque más allá de los grandes almacenes y las marcas multinacionales, San Valentín es una bocanada de oxígeno para las floristerías de barrio, los pasteleros artesanales, los restaurantes locales y las tiendas de regalos.

Para muchos negocios, febrero no es precisamente el mes más rentable. Es un mes frío, después de la cuesta de enero, cuando la gente todavía está ajustando su presupuesto. Y luego llega San Valentín, inyectando movimiento y energía a la economía.

Si no fuera por este día, muchas tiendas tendrían una temporada baja mucho más difícil. Así que, en lugar de criticarlo, quizá deberíamos verlo como una forma de apoyar a esos pequeños comerciantes que dependen de fechas como esta para mantener a flote sus negocios.

¿Y si vemos San Valentín con otros ojos?

En lugar de enfocarnos en lo negativo, ¿qué tal si cambiamos la perspectiva? Nadie está obligado a celebrar San Valentín, pero tampoco hay razón para despreciarlo. No todos los días alguien compra flores para su pareja, ni todos los días un pequeño negocio recibe un impulso extra.

¿Y qué importa si a algunos les gusta celebrar con un ramo de rosas y una cena romántica? ¿O si alguien decide comprarse chocolates para sí mismo y disfrutar de una película? La diversidad es lo que hace al mundo interesante.

Así que, en lugar de decir que San Valentín es solo un pretexto comercial, podríamos verlo como una oportunidad para repartir un poco de felicidad, apoyar el comercio local y, por qué no, darnos un pequeño capricho.

Porque, al final del día, el amor viene en muchas formas, y celebrar, en cualquiera de sus manifestaciones, siempre es una buena idea.

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