miércoles, 12 de febrero de 2025

El ascenso de los encantadores de serpientes: Desde Trump, Putin, Milei, Chávez, Maduro, etc., el espectáculo de la manipulación


 



La política dejó de ser el arte de gobernar para convertirse en un circo de ilusionistas. Desde Trump, Putin y Milei hasta Chávez, Maduro y otros líderes populistas de izquierda y derecha, el mundo ha sido testigo de cómo la política se transforma en un espectáculo donde el objetivo no es gobernar, sino hipnotizar a las masas. Con discursos incendiarios, promesas imposibles y enemigos inventados, cargarse o meter presos a los opositores, han convertido el poder en un show de manipulación, donde la realidad se desdibuja y la incoherencia se normaliza.


Antes, los líderes se debatían en argumentos, buscaban consensos y construían soluciones. Hoy, el poder se gana con frases virales, discursos emocionales y una narrativa de confrontación permanente. Tanto la extrema derecha como la extrema izquierda han entendido que la lógica y el pensamiento crítico son obstáculos para su dominio. Su estrategia es clara: crear relatos épicos donde todo se reduce a una batalla entre “el pueblo” y sus enemigos, sean estos la élite, los medios, los extranjeros o los opositores internos. Sin un adversario al que culpar, la rabia se apaga, y sin rabia, el control se pierde. Prometen soluciones mágicas: la extrema derecha dice que con mano dura todo se arregla, la extrema izquierda dice que basta con una revolución. Ninguno explica los costos o consecuencias reales. Y cuando las promesas fallan, el truco es cambiar de tema, culpar a otro o fabricar una nueva crisis para desviar la atención.


Los encantadores de serpientes dominan un truco fundamental: pueden decir una cosa y su contraria sin perder seguidores. Porque el fanatismo no exige coherencia, solo lealtad. Han convertido la política en un juego emocional donde la lógica no tiene cabida. No importa la realidad, sino lo que haga sentir a su público. Y en este juego, los votantes se convierten en fanáticos, defendiendo ideas sin entenderlas, siguiendo líderes sin cuestionarlos y atacando a quien se atreva a pensar diferente. La política deja de ser una herramienta para mejorar la sociedad y se convierte en una guerra de trincheras donde lo importante no es tener razón, sino aplastar al adversario.


El ascenso de los encantadores de serpientes ha llevado a un mundo donde las personas no analizan, solo reaccionan. Se indignan por lo que sus líderes les dicen que se indignen, sin investigar por su cuenta. La verdad se vuelve irrelevante, solo importa qué narrativa emociona más. Y los problemas reales quedan en segundo plano, porque los líderes showman no quieren soluciones, quieren conflictos que mantengan a la gente dividida y distraída.


Solo si despertamos del trance podremos salir del hechizo. La única forma de vencer a los encantadores de serpientes es con pensamiento crítico. Si seguimos aplaudiendo su espectáculo, ellos seguirán manejando los hilos. La pregunta es: ¿seguiremos entretenidos con su circo o tomaremos el control de nuestro destino?



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